lunes, diciembre 25

LOS GRADOS DE LA REALIDAD


(EL AGUA Y LA AGITACIÓN)


Las Tradiciones de culturas diversas son unánimes al afirmar que la existencia se “estratifica” en tres grados o niveles ---los loka de la Tradición budista---, que podríamos denominar, de inferior a superior: mundo material, mundo sutil o mental y mundo espiritual.

Estos mundos no se superponen, como pueden hacerlo el café, la crema y el whisky en un buen café irlandés, sino que se interpenetran y están ligados por una relación de causalidad: el mundo material es un efecto del mundo sutil, el cual, por consiguiente, es causa de este mundo material y efecto, a su vez, del mundo espiritual, que es causa de los dos anteriores y proviene de la Causa Primera.

Lo que podríamos denominar “grado de realidad” de estos tres mundos no es tampoco comparable: sólo el mundo espiritual sería “real” o próximo a la Realidad en términos absolutos, en tanto que los otros dos mundos serían “ilusorios”, no en tanto que carentes de cualquier realidad, sino como realidades relativas y condicionadas, que no tienen su causa en sí mismas y cuya “realidad”, por tanto, depende de otra realidad de orden superior.

Esos tres mundos, por otra parte, conforman dos grandes ámbitos: lo formal, es decir, sujeto a forma, y lo informal, no sujeto a forma, entendiendo por forma todo aquello susceptible de limitar y diferenciar. El mundo formal estaría integrado por el mundo material y la porción inferior del mundo sutil o mental. La porción superior del mundo sutil y el mundo espiritual integrarían el mundo informal.

La forma, en la medida en que limita, también diferencia y separa. La forma es la causa de la individualización. La individualidad, por consiguiente, sólo puede darse en el ámbito de la forma, es decir, en el mundo material y el sutil inferior. El “paso más allá de la forma” implica el acceso de la conciencia al mundo informal. Sólo superando la limitación de la forma, y por tanto la individualidad, se abre el acceso a lo espiritual.

Todo lo existente participa en alguna medida de esos tres mundos, de forma que no puede decirse que “algo” se sitúe estricta y únicamente en uno u otro de esos mundos, y que el paso de uno a otro signifique, por tanto, la exclusión de uno o de otro. Es la conciencia la que se “sitúa” en un nivel o en otro en función de sus limitaciones y condicionantes: es el alcance de la conciencia lo que puede ser limitado, no su “ámbito de actuación”, que no tiene límites.

Desde el punto de vista del individuo, la conciencia es su percepción subjetiva de la realidad. Es esa conciencia subjetiva la que viene limitada por los propios condicionantes de la individualidad. Desde el punto de vista de la Realidad, la Conciencia es la propia Realidad, pues en la Realidad absoluta todo es Uno. Objetividad y subjetividad son distinciones carentes de sentido cuando la separatividad se ha desvanecido. El dominio de lo objetivo y lo subjetivo es el dominio de la dualidad: la individualidad que se cree existente por sí misma y por tanto separada.

El hombre participa plenamente de los tres mundos, y es esa participación plena lo que lo convierte en cima de la Naturaleza y mediador entre el Cielo y la Tierra. Del mundo material tiene su cuerpo físico; del sutil su mente, y del espiritual su “alma superior” (la neshamah del judaísmo), a través de la cual participa de la Realidad incondicionada.

Desde el punto de vista de la realidad relativa y condicionada que es la nuestra, la visión de los tres mundos está, por así decirlo, “invertida”: para la conciencia subjetiva, el mundo material es la “esfera exterior” y más amplia, que “contiene” la esfera mental, la cual, a su vez, “contiene” el “núcleo” espiritual.

Desde el punto de vista de la Realidad incondicionada, es la “esfera” espiritual ilimitada la que “contiene” la pequeña “esfera” del mundo sutil, la cual “contiene” a su vez la ínfima “esfera” material.

Este cambio de perspectiva es el que permite comprender, o más bien intuir, la relación real entre los mundos, sin perder nunca de vista que no estamos hablando de tres realidades independientes, puesto que, si lo fueran, nos encontraríamos ante tres absolutos. La Realidad única es la incondicionada. Las realidades condicionadas no existen más que como reflejos: del mismo modo que el reflejo del sol en el agua, a pesar de “existir” de modo innegable, no tiene una existencia propia y separada de la fuente de luz que lo produce, que es en este ejemplo la verdadera realidad, así los mundos sutil y material son simples producciones y reflejos del espíritu, sin existencia propia fuera de él.

Puesto que la razón humana pertenece al mundo mental (sutil), su alcance se limita al ámbito de este mundo y al del que es su efecto: el mundo material, ambos condicionados. La razón es por ello insuficiente para comprender la Realidad, y el lenguaje, expresión de la razón, no puede describirla. Sólo la inteligencia del corazón de la que habla Schwaller de Lubicz, la “intuición espiritual” y supraracional, puede hacer llegar esa realidad a nuestra conciencia. Pero el “lenguaje” de esa inteligencia del corazón es el símbolo, la imagen que sugiere, nunca la palabra. Por ello debemos intentar valernos de los símbolos, de los que la naturaleza es pródiga, sin pretender en modo alguno una comprensión racional como la del que entiende un mecanismo, o la acción de una fuerza sobre un cuerpo, sino más bien un “chispazo” fulgurante de Realidad que despierta en nosotros ecos dormidos.

El agua es, junto al cielo, símbolo por excelencia, y su enseñanza puede guiarnos en este propósito. Imaginemos un inmenso tanque de agua, tan inmenso que sus límites no existen, y en el que el agua está en perfecto reposo, inmóvil y transparente. Esa inmovilidad pura llena por completo el espacio ilimitado. Esa es la imagen del espíritu.

Imaginemos ahora que una ínfima porción de esa inmovilidad inmensa se agita levemente, de modo que en el seno del agua se produce una vibración perceptible. Esa vibración, que no es otra cosa que agua, es el mundo sutil.

La vibración se propaga a través del elemento líquido y, en su hipotética superficie, produce ondulaciones distintas y separadamente identificables, esto es, individualizables, que son el equivalente de las formas materializadas.

Esas ondulaciones son efímeras, como lo es cualquier forma, y, salvo por la alteración que las produce, en nada son distintas del medio del que han surgido y en el que se reintegran tras su gloria momentánea.

En todo ello, la única realidad permanente es el agua. La forma, la individualidad, son el fenómeno, la agitación. En cuanto a Lo que produce esa agitación, está más allá de cualquier capacidad de comprensión, de cualquier lógica e incluso de cualquier ontología: es la esencia sobreontológica de la existencia, sobre la cual nada puede ser expresado.

La individualidad es pura agitación, puro fenómeno. Es en ese sentido que el hinduismo califica la existencia como “ilusoria”. No hay en ella nada de intrínseco que la diferencie realmente. Su diferenciación es totalmente extrínseca, aparente y fenomenal. Si la agitación se calma, toda separatividad se desvanece, y lo que queda es lo único que siempre hubo, hay y habrá; lo eterno, lo presente, lo inmutable: el agua.

La agitación nos “coagula” y produce en nosotros el sentido de separatividad. Alimentar la agitación es profundizar en la separación. Nuestra finalidad es sosegar esa agitación, apaciguar lo fenoménico para que, sin que nada pase realmente, sin que nada cambie, nuestra conciencia subjetiva sea Conciencia pura, totalidad sin límites.

Que cada uno reflexione sobre lo que en su vida contribuye a calmar o a excitar la agitación. Es la referencia segura, la guía infalible, la norma incuestionable sobre la dirección a tomar en cada intersección del camino.





La Realidad es un océano de Conciencia sin límites, inmutable y beatífica.

lunes, diciembre 18

"Cortar es crear"

RONALD SUBLON
Médico, psicoanalista y teólogo

JESÚS Y SATÁN

¡No todos los días hablas con un sabio genuino! Pese a su sonrisa y mansedumbre, Sublon impresiona en cuanto rompe a hablar: su charla trenza con brío psicología, teología, física, historia, fisiología, cosmología, lingüística, etimología... Temo que haya matices y sutilezas que se me escapen... Me señala que Jesucristo tilda de "Satán" a un Pedro que lo ve como mesías político. Le pregunto por el resurgir del fanatismo religioso: "El fanatismo es una patología de la búsqueda de identidad", concluye. Hubiese escuchado a Sublon durante horas, pero él tenía que impartir una conferencia sobre Freud y religión en el Institut Français, en el marco de este año Freud, celebración del 150. º aniversario del nacimiento del descubridor del inconsciente, ese magma que nos transporta.


Tengo 72 años, nací en Alsacia y vivo en Estrasburgo. Soy médico, psicoanalista y teólogo. He sido profesor de Anatomía en la facultad de Medicina de Estrasburgo y soy profesor emérito de Ética en la facultad Católica de Teología de la Universidad March-Bloch de Estrasburgo. Soy sacerdote, soy célibe, soy anarquista y soy cristiano

- ¿Freud creía en Dios?

- Freud se declaró ateo. Él mismo escribió que era un judío gottlos, un judío huérfano de Dios.

- ¿Ser judío influyó en su obra?

- Su abuelo materno fue rabino. Su familia era piadosa, de la tradición hasídica, iniciada en la cábala.

- ¿Qué hay de cábala en el psicoanálisis?

- La cábala cifra y descifra mensajes divinos, ¡y Freud se aplicó a descifrar lo oculto, el inconsciente...!

- ¿Puedo deducir que inconsciente = Dios?

- Yo no se lo rebatiré... ¡Todo lo predicable de Dios es predicable del inconsciente!

- A saber.

- El inconsciente no conoce el tiempo (igual que Dios, que es eterno), no conoce la contradicción (igual que Dios, que es cada cosa y su contraria), y así sucesivamente...

- Así, desde Freud, Dios está en mí.

- Lacan dijo que la formulación más radical del ateísmo no es decir que Dios ha muerto, sino que Dios es el inconsciente...

- Es usted a la vez sacerdote y psicoanalista: ¿no hay conflicto, padre?

- No lo hay. Pero no me llame padre. En el Evangelio, Jesús prohíbe llamar "padre" a nadie. La Iglesia desobedeció esa interdicción por instinto de poder, de jerarquía: y por eso tenemos Papa...

- Perdone, pero ¿cree usted en Dios o no?

- Digo, como santo Tomás de Aquino: "Lo que uno sabe, no lo cree; lo que cree, no lo sabe". A eso Wilson, jocoso, ha comentado que "Tomás de Aquino no creía en la existencia de Dios... porque la demostró, y creía en la Trinidad... porque es indemostrable".

- ¿Por qué Freud diagnosticó que la religión es la neurosis obsesiva de la humanidad?

- Porque explicó la religión igual que la neurosis: usando el mito de Edipo, héroe que mata al padre y se acuesta con la madre.

- ¿Qué relaciona a la religión con ese mito?

- El padre, fuerte, tiene a todas las mujeres. Por ello los hijos le odian y, para acceder a las hembras, lo matan. Ya muerto el padre, lo divinizan. Y es esa ambivalencia amorodio la que constituye la neurosis.

- Y ya tenemos Dios.

- ¡Un padre-Dios!: ése es el Dios del judaísmo, religión del Padre. El cristianismo desplazará al Padre y será religión del Hijo. Eso sembró un caos fabuloso en aquel rígido orden establecido: ¡por eso soy cristiano!

- ¿Por qué?

- Porque san Pablo resquebrajó la cerrada jerarquía de los sacerdotes mosaicos, asesinos de Jesús: ¡frente al Dios tribal judío, promovió al Dios universal cristiano!

- Con un notable éxito... Pero el viejo Dios judío quedó, al fin, como Padre de Jesús...

- No: ¡uno es hijo de lo que lee! Y Jesús lee las Escrituras: ¡las Escrituras son su Padre! Jesús no deja nada escrito, sólo es lector.

- Jesús como lector: es interesante...

- El término religión puede derivarse tanto de religare (religar) como de relegere (releer). Y este doble sentido se cumple a la perfección en los judíos de la diáspora: ¡es la lectura de las Escrituras lo que mantiene religado al pueblo judío, pueblo del Libro!

- Bien visto, sí señor.

- Y leer es como hacer el amor: no ves el día de decir "basta". El amor siempre renace. Y no acabas de leer porque las lecturas, las interpretaciones, no se acaban nunca.

- Excepto si acaba por imponerse un integrismo, un dogmatismo: una sola lectura.

- Ah, entonces la religión se degrada en secta idolátrica. Y esa deriva amenaza a toda religión..., incluida la católica.

- Por no hablar de las sectas psicoanalíticas, ¿verdad?

- Cierto: ¡son más que las sectas protestantes! Ha habido una escolástica psicoanalítica,pugnas por crear teorías cerradas e irreformables: ¡idolatrías!, ¡el mismo error!

- ¿Cómo sortear la tentación inmovilista?

- No cerrando nunca un sistema, dejándolo siempre abierto a relecturas. El antídoto al sectarismo es, siempre, tomarse el trabajo (que deriva de trepalium:tortura) de leer y leer, releer, interpretar, reinterpretar...

- El psicoanálisis freudiano ¿es más religión, ciencia o arte?

- Sostenía Popper que, al no ser falseables sus postulados, no puede ser considerado científico. ¿Arte? Lo es en cierto sentido: en el de que es una técnica, un método...

- Una prueba: ¿qué sentido psicoanalítico tiene la circuncisión entre los judíos?

- El prepucio tiene algo de vagina, perturba la rotunda virilidad del bálano oculto: por eso se elimina, escinde, corta. Además, eso del corte simboliza algo fundamental.

- ¿Qué expresa?

- Todo corte expresa "alianza", y por eso Abraham se disponía a "cortar" a su hijo para sellar su alianza con Yahvé. Porque en el corte se articulan los contrarios, ¡el corte es la estructura misma de todo lo creado!

- No acabo de verlo...

- Sí, recuerde el Génesis: ¿qué hace Dios en la creación? ¡Corta, escinde, criba, distingue, separa! Separa la luz de las tinieblas, los cielos de las aguas, las aves de los peces, las aguas de la tierra, el hombre del animal...

- Crear, pues, ¿implica cortar?

- Sí, la vida es corte, todo lo creado se funda en el corte, la secesión. Y ahora fíjese en el verbo escribir:deriva del verbo skribh,¡que justamente significa cortar, cribar!

- Me paso la vida escribiendo y no lo sabía.

- Así, escribir es cortar, es crear. La palabra criba: ¡la palabra crea! Y Abram sella su alianza con Dios cortando su nombre con una "h", letra del aliento: ¡Abraham! Yel corte hecho justamente en el órgano generador, el pene, simboliza todo esto: la alianza del hombre con su Creador.

VÍCTOR-M. AMELA - 18/12/2006





martes, diciembre 5

El concepto de élite

Decía un gran pensador universal del siglo XX que el mundo evoluciona desde la calidad hacia la cantidad, y que ahora nos hallamos instalados en el Reino de la Cantidad, apurando el fondo de la copa, dando vida a todas aquellas posibilidades que, por serlo, deben manifestarse antes de que el ánfora del tiempo se vacíe.

Y las posibilidades del fondo de la copa son, en gran medida, las de la perversión, porque en cierto modo la cantidad no es sólo la antítesis de la calidad, sino también su perversión.

Todas las ideas se pervierten al llegar al fondo de la copa. La igualdad se convierte en sombría uniformidad; la tolerancia deviene indiferencia ante el error; se llama libertad a la falta de respeto y la fraternidad adquiere connotaciones de complicidad. El sentimentalismo se apropia de la espiritualidad, y la capacidad de relación del hombre con el mundo queda limitada al alcance de sus cinco sentidos. La razón, desconectada del Intelecto, es como un ganso decapitado que corre en círculos, todavía con vida pero ya muerto.

Y en esta danza final del ganso decapitado, también el concepto de élite se ha pervertido. Y esto es algo que no nos puede dejar indiferentes, puesto que pretendemos ser una élite. Y tal ha sido la perversión de este concepto, que habrá entre nosotros quien se sentirá violentado ante su sola mención, quien experimentará un íntimo sobrecogimiento de repulsión ante el mero sonido de esta palabra.

Y tal sobrecogimiento puede obedecer a dos motivos: a que quien lo experimente se halle de tal modo minado por la uniformidad, que su mundo se haya convertido en plano, que haya perdido de vista el Orden jerárquico del Universo, rebelándose su mente contra cualquier reminiscencia de este Orden, como el animal herido se revuelve contra quien se acerca a socorrerlo. O bien, en el mejor de los casos, a que el alma, sin haber olvidado la naturaleza de las cosas, no puede evitar manifestar su repulsión por el mal uso que hace el hombre de los dones que le han sido concedidos y, concretamente, por aquello en lo que el hombre ha convertido el concepto de élite.

En el primer caso, sería bueno que tal persona se plantease íntimamente qué sentido tiene vivir en tal contradicción, aborreciendo el Orden y pretendiendo al mismo tiempo formar parte de una de sus manifestaciones.

En el segundo caso, puede ser de provecho profundizar en la reflexión sobre el abismo que existe entre una idea y su perversión.

La idea de élite nos sugiere hoy, en una primera aproximación, el concepto de poder: poder económico, poder político o ambos entremezclados. Y este poder conlleva posesión y disfrute de una sobreabundancia de bienes materiales. La élite, según este concepto pervertido, está formada por aquellos que poseen y disfrutan de más y mejores bienes, como consecuencia del poder que ostentan.

Sin embargo, la única y legítima élite natural es la de orden intelectual. E incluso aquí ha llegado el poder de perversión del Reino de la Cantidad, puesto que incluso los que aceptan tal premisa caen frecuentemente en el error de confundir el intelecto con minúscula, el ámbito de la razón humana, del ego individual, con el Intelecto con mayúscula, puro y transpersonal, que no pertenece a ningún individuo y del que nadie puede apropiarse, que permite tan sólo a quien se acerque a él con suficiente humildad como para estar dispuesto a diluir su individualidad, participar de él en alguna medida.

El Intelecto no es un atributo humano, sino aquello en el límite del hombre, en su fondo más secreto, que lo ata a lo Universal.

Se da también, por consiguiente, otra pseudo-élite, y tal vez ésta más peligrosa que la perversión grosera del poder y la posesión. Es la pseudo-élite de aquellos que, aceptando la premisa de que toda élite real es de orden intelectual, conciben el Intelecto como una propiedad individual, como algo a lo que el individuo tiene acceso por mérito propio y de lo cual se puede apropiar. Esta forma de concebir el Intelecto lleva inevitablemente al orgullo, que es la peor perversión y la máxima expresión de separatividad entre el ego y su Principio, el origen de todo mal.

Una pseudo-élite intelectual de estas características lleva la marca de la negación, del “non serviam” orgulloso del ángel caído, y personifica la obra magistral del Gran Negador.

Más nos valiera en este caso ser ignorantes y humildes, acomodarnos a la fe sencilla y limitarnos a hacer el bien según los Mandamientos, pues así no propagaríamos la obra de inversión en que pueden convertirse nuestros templos si dejamos que tal cosa suceda.

Tenemos en nuestras manos un instrumento poderoso, y todo instrumento poderoso es un arma de doble filo: bien usado, da la vida; mal usado, es causa de muerte.

Se dice, hablando de la virtud, que es su carencia lo único que pertenece al hombre, siendo la virtud en sí un atributo divino del cual al hombre le es dado participar. El virtuoso, por tanto, no debe considerarse poseedor de virtud alguna, sino únicamente aliviado de su carencia por la Misericordia Divina. Por ello, el hombre virtuoso es necesariamente humilde y, en su humildad, expande la obra de la Misericordia.

Lo mismo cabe decir del Conocimiento. Sólo pertenece al hombre la ignorancia, de la que puede verse aliviado e incluso rescatado por la Providencia Divina y por su actitud de aceptación y adecuación a tal Providencia.

El hombre falsamente intelectual se siente superior a los demás, se siente poseedor de algo de lo que los demás carecen. Desprecia al humilde, menosprecia la fe sencilla que busca acomodo en la Iglesia y en el cumplimiento de la Ley. Se siente dispensado de obligaciones tales como la oración y la participación en los ritos comunes de los fieles, y expande su mal entre las mentes débiles que tienden a la autocomplacencia.

Se convierte, por tanto, en aliado objetivo de la obra de perversión que aleja al hombre de su Destino.

¿En qué clase de élite nos estamos convirtiendo? ¿En la única que puede legítimamente usar tal nombre, basada en la conformidad con la obra de la Misericordia Divina que alivia nuestra ignorancia, o tal vez en la que se apropia indebidamente de ese nombre para propagar la obra de inversión del Reino de la Cantidad?

¿Qué estamos haciendo con nuestra Orden? ¿Por qué camino la estamos conduciendo? ¿Hacia qué meta guiamos a los que se nos unen y depositan en nosotros su confianza? ¿Merecemos tal confianza?

Son preguntas que cada uno debe contestarse en su intimidad, tras considerar si el peso de los fastos y oropeles no ahoga el mensaje sencillo y al tiempo grandioso que pretendemos transmitir.

Si la respuesta que encontramos en el fondo de nuestro corazón está lejos de satisfacernos, tal vez sería útil que cada uno de nosotros fortaleciese su fe y su entendimiento a través de los medios que han sido puestos a nuestro alcance -la oración, la sagrada liturgia y el cumplimiento de la Ley-, antes de volver a encaminarnos por sendas que requieren fortaleza en la fe y en el entendimiento. Si no lo hiciésemos, estaríamos engañándonos a nosotros mismos y a los que pretendemos guiar, como hermanos mayores, por tal camino.

domingo, noviembre 26

Maestros Tradicionales


Una vez finalizadas las I Jornadas de las Tradiciones Espirituales del Mundo en Andalucía, (Sevilla, del 23 al 26 de noviembre) darán comienzo las II Jornadas de las Tradiciones del Mundo en Cataluña (Barcelona, del 27 de noviembre al 1 de diciembre)

Estas jornadas son una oportunidad excepcional para acercarse a la sabiduría de las diferentes tradiciones del mundo de la mano de los maestros tradicionales que han recibido estas enseñanzas de forma continuada desde la antigüedad. Son una puerta abierta para tomar conciencia de una alternativa a lo presente.

Bajo el formato de Mesas Redondas, los Maestros de las Tradiciones ofrecerán sus respuestas a las siguientes cuestiones:


- Lunes, 27. La pobreza: ¿sólo material?
- Martes 28: El medio ambiente: ¿sólo recursos y paisajes?
- Miércoles, 29: Mujer: ¿sólo diferencias de género?
- Jueves, 30: Paz: ¿sólo intercambios sin violencia?
- Viernes, 1: La inmigración: ¿sólo extranjeros?

MAESTRS PARTICIPANTES:

· k.D. Tripathi (India): Maestro de la Tradición Hindú del Shivaismo del Cachimir.
· Faouzi Skali (Marruecos) Tariqua Sufi Marroquina Quadiriya Buchichiya.
· Mbombog Bamot-Baso (Camerún), Rey y Sacerdote Basar, antigua tradición Negro-Africana.
· Daniel ben Itzjak (Jerusalem): Rabino de tradición judía ortodoxa clásica.
· Daniel Maribur (Chile): Maestro de las tradiciones Mapuches.
· Thubten Wangchen (Tibet):. Lama del Monasterio de Namgyal, Monasterio privado del Dalai Lama.
· Berta Meneses: Maestra Zen de la escuela Sambo-Kyodan de Kamakura (Japón) y del Zendo-Betania de España.
· Xavier Morlans: Sacerdote católico de la Diócesis de Barcelona.

Diariamente, antes de comenzar los Diálogos, se interpretarán canciones tradicionales de cada una de las culturas representadas en las Mesas. La actuación correrá a cargo de Rosa Zaragoza y su grupo

Horario : de 18:30 a las 21:45 horas
Lugar: Casa Àsia (Av Diagonal 373, Barcelona)

Entrada: gratuita

Organizan: * Associació Tahüll .* Plural 21. *Proyecto Ávalon-Iniciativa para una Cultura de Paz.

jueves, noviembre 23

Orden natural vs. orden sobrenatural

Ni el orden sobrenatural ni el orden natural son un equilibrio entrópico, sino un equilibrio jerárquico. Ninguno de ellos elimina las tensiones ni las oposiciones; por el contrario, las “mantienen” de forma permanente, puesto que son el efecto de la presencia del Espíritu y, por ello, escapan a la degradación de todo sistema físico. Esos órdenes no se caracterizan por la uniformidad, sino por la diferencia; no por la homogeneidad de sus elementos, sino por su heterogeneidad cualitativa. Constituyen sin embargo un orden por el hecho de estar sometidos a un principio de unidad, es decir, por el hecho de ser ese principio transcendente con relación a la totalidad de los elementos que comprende y domina. Pero los elementos en sí mismos conservan su propiedad y siguen distinguiéndose unos de otros por su diversidad cualitativa, es decir, en el fondo, por su naturaleza. Dicho de otro modo, tal orden, para ser un orden, no necesita comprender elementos idénticos; su unidad no resulta de la naturaleza de sus elementos (no es un resultado), sino que es un principio de jerarquización de todos los elementos, los unos con relación a los otros, por lo cual ese orden es verdaderamente un orden, es decir, un sistema coherente de relaciones que predomina sobre los elementos que religa.

El orden entrópico es exactamente inverso respecto del orden verdadero; merece más bien el apelativo de desorden. Para constituir un “conjunto”, es necesario que sus elementos sean tan idénticos como sea posible, y que sólo se diferencien entre ellos por el número. Este supuesto no se realiza mas que en la noción matemática de conjunto, lo cual muestra que se trata en este caso del grado más bajo de unidad. En un conjunto tal, las relaciones que articulan los distintos elementos entre sí son inexistentes, su cohesión recíproca es casi nula; se trata realmente de una caricatura de la unidad; es más, se trata de su rigurosa inversión. Al encontrarse cada elemento en el mismo nivel energético que los demás, no puede intercambiar nada con ellos. Apenas es posible distinguir los elementos entre sí.


JEAN BORELLA
LA CHARITÉ PROFANÉE – Subversion de l’âme chrétienne
ÉDITIONS DU CÈDRE – Paris, 1979

viernes, noviembre 17

el modo como la gente mira

«el problema es insoluble. el cuerpo está uncido al cerebro. la belleza cogida de la mano con la estupidez. allí estaba ella contemplando el fuego como había contemplado el tarro roto de la mostaza. a pesar de defender la indecencia, jacob dudaba de que le gustase así, en crudo. se sentía impulsado violentamente, de nuevo, hacia la sociedad masculina, las estancias recluidas y las obras de los clásicos; y estaba presto a volverse airado contra quienquiera que hubiera modelado la vida de esa suerte.
entonces florinda le puso la mano sobre la rodilla.
a fin de cuentas, no tenía ella la culpa. más el pensamiento le entristecía. no son catástrofes, crímenes, muertes y enfermedades lo que nos avejenta y mata; es el modo como la gente mira y ríe y trepa por los peldaños de los autobuses.
no obstante, cualquier excusa sirve para una mujer estúpida.
pero cuando ella le miró, muda, adivinando a medias, comprendiendo a medias, disculpándose acaso, diciendo de todos modos lo que había dicho él, “no tengo yo la culpa”, con su cuerpo hermoso y erecto, el rostro como una concha bajo su gorrito…, entonces supo él que la reclusión y los clásicos eran absolutamente inútiles. el problema era insoluble».


– de el cuarto de jacob
virgina woolf
En vivapensiero

EL DRAMA DEL HUMANISMO ATEO

FEUERBACH Y NIETZSCHE

Un trágico malentendido

(...) “Dios hizo al hombre a su imagen y semejanza” (...) Razón, libertad, inmortalidad, dominio sobre la naturaleza: prerrogativas divinas en su origen que Dios comunica a su criatura y que hace irradiar sobre su rostro. Establecido el hombre desde el principio como imagen de Dios, cada una de esas prerrogativas debe desarrollarse acto seguido hasta completar en él la divina semejanza (...) Es el “macrocosmo” lo que está contenido en ese aparente “microcosmo”... In parvo magnus (...)

Sin duda el hombre (...) surge de la animalidad (...) Sin duda el hombre es también pecador (...) Esa humildad de sus orígenes carnales no obstaculiza en absoluto la sublimidad de su vocación, y todas las taras que pueden resultar del pecado no impiden tampoco que esa vocación permanezca como principio de una grandeza inalienable (...)

Esas verdades elementales de nuestra fe que nos parecen hoy banales (...) introdujeron en el alma antigua una conmoción tal que apenas podemos imaginarla (...) El hombre fue liberado, a sus propios ojos, de la esclavitud ontológica que hacía pesar sobre él el Destino. Los astros, en su curso inmutable, dejaron de regular implacablemente nuestros destinos (...) Los innumerables Poderes –dioses, genios o demonios – que oprimían la vida humana con la red de sus voluntades tiránicas, pesando sobre el alma con todos sus terrores, he aquí que cayeron reducidos a polvo, y el principio sagrado que se había extraviado en ellos volvió a encontrarse, unificado, purificado y sublimado, en un Dios liberador. No era sólo una pequeña élite la que podía esperar, gracias a alguna evasión secreta, romper el círculo fatal: era la humanidad entera la que, en su noche, se encontraba de repente iluminada y tomaba conciencia de su libertad real (...)

Pero si remontamos el transcurso de los siglos hasta llegar al alba de los “tiempos modernos”, realizamos un extraño descubrimiento. He aquí que entonces, esa misma idea cristiana del hombre, que había sido acogida como una liberación, comienza a ser experimentada como un yugo. He aquí que ese mismo Dios, en quien el hombre había aprendido a ver el sello de su propia grandeza, comienza a ser percibido por él como un antagonista, como el adversario de su dignidad (...) Las causas históricas de ese fenómeno son numerosas y complejas, pero el hecho está ahí, simple y masivo (...) Un día el hombre se puso a creer que no podría ya estimarse a sí mismo y que no podría desarrollarse en libertad más que si rompía ante todo con la Iglesia, y a continuación con el propio Ser trascendente del que la tradición cristiana le hacía depender (...) El hombre elimina a Dios para entrar él mismo en posesión de la grandeza humana que considera indebidamente detentada por otro. En Dios derriba un obstáculo para conquistar su libertad.

(...) Es la gran crisis de los tiempos modernos, la misma en la cual nos encontramos hoy sumidos, la que se manifiesta en el desorden, la que engendra las tiranías y los crímenes colectivos, la que se traduce en fuego, ruinas y sangre.

Feuerbach y la ilusión religiosa

(...) Ludwig Feuerbach constituye el vínculo de unión entre la gran corriente especulativa que fue el idealismo alemán y la gran corriente de pensamiento y de acción revolucionarios que debía ser su principal, si no su más legítimo, heredero (...) Es el “transformador” gracias al cual Hegel vuelve a encontrarse en Marx, al mismo tiempo reencontrado y continuado (...) Trata de rendir cuentas psicológicamente de la ilusión religiosa en general, o, como él mismo dice, de encontrar en la antropología el secreto de la teología (...): Dios no es más que un mito en el que se expresan las aspiraciones de la conciencia humana (...)

Para explicar el mecanismo de esta “teogonía”, Feuerbach recurre al concepto hegeliano de alienación (...) La alienación, según él, representa para el hombre el hecho de encontrarse “desposeído de algo que le pertenece por esencia, en provecho de una realidad ilusoria”. Sabiduría, voluntad, justicia, amor: atributos infinitos que constituyen el ser propio del hombre y que le afectan sin embargo “como si fuera otro ser”. Los proyecta pues espontáneamente fuera de él mismo, los objetiva en un sujeto fantástico, puro producto de su imaginación, al cual da el nombre de Dios. De este modo se encuentra él mismo frustrado (...)

Tal proceso (...) constituye, según el ritmo hegeliano, el segundo momento de la dialéctica, la fase de negación o de antítesis, que es el medio necesario para llegar a la síntesis, en la que el hombre debe entrar nuevamente en posesión de su esencia enriquecida (...) Tras el movimiento de sístole religiosa, por el cual el hombre se rechaza a sí mismo, le es necesario ahora, por un movimiento de diástole, “retomar en su corazón ese ser que había rechazado” (...) El reino del hombre ha llegado (...) El momento decisivo de la historia será aquél en que el hombre tome conciencia de que el único Dios del hombre es el propio hombre. Homo homini deus (...) Feuerbach cree, en efecto, que la esencia humana, con sus prerrogativas adorables, no reside en el individuo considerado aisladamente, sino sólo en la comunidad, en el ser colectivo (...) “La distinción entre lo humano y lo divino no es otra cosa que la distinción entre el individuo y la humanidad” (...)
(...)
(...) La impresión experimentada (en ese momento de la historia) era la de algo definitivo, la de una revelación perfectamente clara, como si las vendas cayeran de todos los ojos, la de un punto final puesto a discusiones milenarias que de repente dejan de tener sentido, la del final de la ilusión de la creencia religiosa y de las aventuras de la especulación idealista. La solución del problema humano había sido encontrada: no había nada que buscar más allá.

(...) Desde 1843, Bakunin, refugiado entonces en Suiza, explicará que el comunismo no es más que la realización en el dominio social del humanismo de Feuerbach (...) En las generaciones siguientes, Tchernichevski, el principal de los precursores del comunismo ruso, se considerará como perteneciente a la misma escuela y reconocerá en Feuerbach al primero de sus “grandes maestros occidentales”. Pero el discípulo que eclipsa a todos los demás es Karl Marx.
(...)
(...) Marx no dejará ciertamente de criticar la doctrina de Feuerbach, pero no será para ponerla en modo alguno en cuestión, sino solamente para declararla incompleta, demasiado vaga, demasiado abstracta todavía. Le reprochará el hecho de hacer de la alienación religiosa un acto de algún modo metafísico, en vez de explicarlo más positivamente, como un hecho sociológico (...) De este modo despojará la esencia humana del halo místico del que Feuerbach la mantenía rodeada. Pronto todo parecerá borrarse, en su pensamiento, ante la técnica de la economía y la táctica de la lucha de clases (...)

También para él “es el hombre quien hace la religión, no la religión la que hace al hombre” (...) La lucha que debe desarrollarse contra la religión será, pues, una “lucha contra este mundo”, contra “este mundo pervertido del que la religión es el aroma espiritual” (...) Pero para que el hombre sea un día liberado de la ilusión mística y de todos los males que comporta, Marx piensa que es necesario transformar la sociedad, porque es la mala organización social lo que constituye la verdadera causa de la creencia y por consiguiente de la alienación humana (...)

(...) La doctrina de Marx, que no será nunca un vulgar naturalismo, se preocupará siempre por la existencia espiritual del hombre tanto como por su vida material. Su comunismo se presentará como la única realización concreta del humanismo; se afirmará muy conscientemente como una solución total aportada al problema humano total; pasando a la realidad de las cosas, no pretenderá solamente representar un fenómeno social, sino también un fenómeno espiritual (...) “La religión de los trabajadores no tiene Dios –escribirá Marx –, puesto que busca restaurar la divinidad del hombre.”

CARDINAL HENRI DE LUBAC: LE DRAME DE L’HUMANISME ATHÉE
Oeuvres complètes II; LES ÉDITIONS DU CERF – PARIS 2000

jueves, noviembre 16

AL VOLVER LA VISTA ATRÁS...

Siempre que vuelvas la vista atrás, recuerda pescadito que tus intuiciones, por sí solas no te han llevado nunca a la clarividencia; al contrario, cada uno de tus intentos de usar el atajo imaginativo, en lugar del camino de la razón, te han llevado a un no-lugar del que te es cada vez más difícil salir.

lunes, noviembre 13

ORDO AB CHAO (5ª ENTREGA)

RENÉ GUÉNON

No podemos pensar en reproducir aquí lo que René Guénon ha escrito sobre la Francmasonería, y nos ceñiremos a lo esencial, es decir señalar que han señalado las limitaciones de esta organización en el orden esotérico, de manera más explícita que los grandes akbarianos que le precedieron. En todo caso, dado que su función le impedía situarse en el punto de vista del esoterismo islámico propiamente dicho, que sin embargo le inspiraba, consideró estas limitaciones situándose ante todo desde la perspectiva de la realización iniciática. Es tomando el ejemplo de la Masonería, que enuncia y desarrolla la distinción capital entre lo “operativo” y lo “especulativo”, en el capítulo XXIX de Apreciaciones sobre la Iniciación: « Es fácil darse cuenta de lo que queda en el caso de una iniciación que ya no es más que “especulativa”: la transmisión iniciática sigue subsistiendo, ya que la “cadena” tradicional no se ha interrumpido; pero en lugar de la posibilidad de una iniciación efectiva si no hay defectos individuales que la impidan, no hay más que una iniciación virtual, y condenada a permanecer como tal por la misma fuerza de las cosas, puesto que la limitación “especulativa” significa propiamente que ese estadio no puede ser ya superado ».
A esta primera limitación se añade otra, inherente a la naturaleza de la iniciación masónica, que es una iniciación de oficio. En efecto, como René Guénon ha recordado en diversas ocasiones (refiriéndose tipológicamente a lo que representa la casta de los Vaishyas en el hinduismo), una iniciación de este tipo no puede transmitir más que «los conocimientos que le convienen especialmente»; y éstos «no representan, al menos en principio, más que una parte limitada de los “pequeños misterios” tal como los hemos definido » , Debemos recordar esta definición, pues la confusión es grande en este punto esencial. Se trata, por una parte, de un “conocimiento de la naturaleza” primordial, o en otros términos del orden “físico” o “cosmológico”, opuesto al orden metafísico; por otra parte, se trata de los misterios que “conciernen únicamente las posibilidades del estado humano”, por oposición a los que se relacionan con lo que está más allá, es decir la realización de los estados supra-individuales, y sobretodo, la realización metafísica, que es la única que de verdad importa.
Esta segunda limitación es más esencial que la primera, pues tiene que ver, no con un estado pasajero de degeneración que sería posible remediar, al menos en principio, sino con la propia constitución de la Masonería. Cuando en el mismo capítulo, René Guénon escribe: « Debemos insistir en el hecho que una tal degeneración de una organización iniciática no modifica en nada su naturaleza esencial, y que incluso basta la continuidad de la transmisión para que, si se presentan circunstancias más favorables, sea siempre posible una restauración, restauración que necesariamente debería ser concebida como un regreso al estado “operativo” », no vemos que podría significar este regreso, si no es el ejercicio tradicional del oficio de masón; ni por medio de qué milagro la iniciación masónica podría dar acceso a los “grandes misterios”, incluso en el caso en que esta hipótesis, que aparece a la vez como la más favorable y la más improbable, se realizara de forma efectiva.


(CONTINUARÁ...)

jueves, noviembre 9

DIOS..., según Borges

El porvenir es tan irrevocable como el rígido ayer,
No hay una cosa que no sea una letra silenciosa
En la eterna escritura indescifrable, cuyo libro es el tiempo.
Quien se aleja de su casa, ya ha vuelto.
La vida es la senda futura y recorrida,
El rigor ha tejido la madeja.
No te arredres, la ergástula es obscura,
La firme trama es de incesante hierro
Pero en algún recodo de tu encierro
Puede haber una luz, una hendidura
El camino es fatal como la flecha,
Pero en las grietas está DIOS que acecha.

Jorge Luis Borges

martes, octubre 17

ORDO AB CHAO (4ª entrega)

EL CHEIK ELÎSH

El segundo maestro akbariano que ha mostrado interés por la Francmasonería es el Cheik Elîsh, cuya función prolonga la del emir Abd al-Qâdir. Como sabemos este maestro inspiró a René Guénon de manera directa. Citaremos aquí, por el interés que tiene para nuestro estudio, un pasaje de una carta que éste dirigió a Frithjof Schuon en 1946 en el curso de los intercambios epistolares sobre cuestiones planteadas por Marcel Clavelle (Jean Reyor) sobre la Masonería. . Tras recordar que los Masones siempre han practicado el exoterismo del mundo en el que vivían, y que “respecto del Islam en concreto, nadie en los países islámicos ha pensado nunca que haya incompatibilidad alguna, tanto desde el punto de vista esotérico como exotérico”. René Guénon evoca «un ejemplo ilustre, el del emir Abd al-Qâdir quien, aparte de su papel exterior, era un mutassawif eminente (lo que naturalmente parecen ignorar los historiadores europeos), y que se hizo recibir masón durante su estancia en Alejandría. Y algo más: el Cheik Elîsh decía que “si los masones comprendieran bien sus símbolos, serían todos musulmanes”; y a propósito de ello, explicaba las 4 letras del nombre de Allah, desde el punto de vista de sus formas, en correspondencia con la regla, el compás, la escuadra y el triángulo..., pero prefiero no mencionárselo a Clavelle, al menos por ahora, para no influenciarle en un cierto sentido».
Las palabras del Cheik Elîsh muestran como hay que entender el interés por la Francmasonería de los representantes de la doctrina akbariana.; explicitan las razones profundas de la afiliación masónica de Abd al-Qâdir, así como las reservas de René Guénon en relación con Clavelle, típicas de su actitud constante. Aunque en sus escrito no se presente como musulmán, ello no significa que su pensamiento e intención sean distintas a las del Cheik Elîsh. Es un dato que no hay que perder nunca de vista cuando se quiere captar el sentido de sus estudios sobre la Masonería. Ésta presentaba una ventaja decisiva para la transmisión de la enseñanza de Ibn Arabî, pues era en Occidente la única capaz de aceptar el punto de vista esotérico, y de aceptar la legitimidad de formas tradicionales distintas al cristianismo. La Francmasonería ofrecía pues el único punto de apoyo utilizable para la expresión de la doctrina universal vehiculada por el Islam.



(Continuará...)

domingo, octubre 1

ÍTACA

KONSTANTIN KAVAFIS

Del poema “ÍTACA” (1911)


“…
Ten siempre a Ítaca en la memoria
Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje
Mejor que se extienda largos años;
Y en tu vejez arribes a la isla
Con cuanto hayas ganado en el camino,
Sin esperar que Ítaca te enriquezca.

Ítaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieses emprendido
Mas ninguna otra cosa puede darte.

Aunque pobre te encuentres, no te engañara Ítaca.
Rico en saber y en vida, como has vuelto,
Comprendes ya qué significan las Ítacas.”

sábado, septiembre 23

ORDO AB CHAO (3ª entrega)

III

LOS MAESTROS AKBARIANOS

EL EMIR ABD AL-QÂDIR

La mención de Abraham conduce al examen de la posición masónica del emir Abd al-Qâdir, quien escribía: « Hay para mí una cierta herencia de parte de Abraham: en el amor que le profesan las criaturas, pues dijo: “Crea para mí un lenguaje de verdad destinado a los (hombre de) los últimos (tiempos)” (Cor., 26, 84). Allah escuchó su súplica, de manera que la mayoría de religiones y comunidades tradicionales tienen en común el amor que le profesan ». La mención de este “lenguaje de verdad destinado a los hombres de los últimos tiempos”, relaciona claramente la función del emir con la de René Guénon. Para nosotros, es desde esta perspectiva especial como hay que comprender su entrada en la Francmasonería.

Lo más sorprendente, leyendo los documentos sobre este tema, es el malentendido que revelan. Recordemos las circunstancias. En 1860, tras la proclamación de un decreto concediendo los mismos derechos a musulmanes y no musulmanes en el Imperio otomano, se fomentaron revueltas en Damas, ciudad donde reside el emir, dirigidas especialmente contra la comunidad cristiana. Abd al-Qâdir interviene para protegerla, salvando así a miles de cristianos de una muerte segura. En este caso, su inspiración y manera de obrar no son más que las de un musulmán conocedor de los aspectos interior y exterior de su religión. Exteriormente, confiere a sus protegidos el estatuto de huéspedes, que les convierte en inviolables . Interiormente, todo lleva a creer que tenía el presentimiento de los nefastos efectos de recurrir a la “pequeña” guerra santa en unos momentos en que, especialmente por su intermediación, Occidente era puesto en contacto por primera vez con la enseñanza universal contenida en la revelación muhammadiana.
El malentendido nacerá del hecho que los Francmasones darán una significación masónica a este comportamiento, basado en los principios y la ley del Islam. En su reunión del 20 de Septiembre del mismo año, la Logia Henri IV de París, por voz del hermano Silberman, sugiere el manifestar su agradecimiento al emir por “sus actos eminentemente masónicos”, y ofrecerle la afiliación a esa Logia. En la primera carta que le envían, los miembros de la Logia Henri IV declaran “ofrecer un tributo de admiración a quien, por encima de los prejuicios de casta y religión, se ha mostrado ante todo como hombre, y no ha seguido más que la inspiración de su corazón para oponer un muralla inexpugnable a los furores de la barbarie y del fanatismo” . Olvidando con demasiada facilidad que esa “inexpugnable muralla” se había hecho necesaria por la única razón del decreto imperial que sustraía a los cristianos de Damas la protección secular que le había asegurado la ley islámica, y por otra parte, que esa muralla sólo podía erigirse en base a otro aspecto de esa misma ley, a saber, el respeto y la protección debidas a un huésped. Los principios masónicos no tenían nada que ver en ello. Sin embargo, en su respuesta, de fecha 15 rajab de 1277, Abd al-Qàdir acepta con alegría la propuesta, manifiesta su “deseo de aceptar la fraternidad de amor, y compartir las misma ideas que vosotros sobre el conjunto de vuestras sublimes reglas”, y se declara dispuesto a aceptar “todas las buenas ideas que os venga al espíritu”.
Esta respuesta confirma que la perspectiva masónica confluye con un aspecto del esoterismo islámico que convierte en posible un acuerdo; pero es evidente que el emir no hubiera podido considerar como “buenas” otras ideas expresadas en el seno de la Logia Henri IV que, seguramente, no le eran comunicadas: “Estamos demasiado imbuidos del gran y saludable principio de la igualdad masónica como para postrarnos ante un de nuestros Hermanos, y para pensar que un hombre, por distinguido que sea en la vida civil, pueda honrar la Francmasonería por el hecho de hacerse admitir en su seno”. No era ésta la posición del emir. Si su presencia efectivamente honraba la Francmasonería no era a causa de su rango “en la vida civil”, sino más bien por el eminente grado que poseía dentro del esoterismo islámico, grado que sus “hermanos” masones no podían siquiera concebir, y que él mismo les ocultaba escrupulosamente. Lo que el Orador espera de él es que “ondee desde lo más alto de las mezquitas la bandera de la tolerancia frente al estandarte del Profeta”, pues “ el Emir Francmasón es para nosotros la cuña hincada en la roca de la barbarie, el golpe destinado a abatir la ignorancia en un tiempo próximo”. En la misma época, el Gran Oriente no se ocultaba de decir que “la influencia de la Masonería entre los árabes podría ser una gran ayuda para la colonización”. Hay que reconocer que el exceso de tales aseveraciones se explica en buena medida por el “clima intelectual” de la época. Lo que no obsta que deban ser recordados pues aclaran el origen de las incomprensiones y malentendidos que han subsistido hasta hoy.

En este contexto, vale la pena referirnos a un último elemento: la advertencia hecha por Abd al-Qâdir en su Leerte aux Français : “ Si musulmanes y cristianos me hubieran escuchado, hubiera acabado con sus disputas: se hubieran convertido en hermanos exterior e interiormente. Pero no han prestado atención a mis palabras: la Sabiduría de Dios ha decidido que no estuvieran unidos en una misma fe”. Para el emir, esta fe no podías ser más que la fe en la revelación islámica. Por otra parte, notemos que la fraternidad proyectada era a la vez exterior e interior, de manera que no podía ser la fraternidad masónica. Se trataba en realidad de una tentativa de reconciliación tradicional, de la que encontramos ecos en ciertos pasajes de los “poemas metafísicos”que encabezan el Livre des Haltes . Esta tentativa se inspiraba en la perspectiva doctrina del Livre des Chatons des Sagesses, y procedía del mismo espíritu, pues el papel de esta obra en el esoterismo islámico es mostrar las vías de una “reconciliación divina universal” . No obstante, Abd al-Qâdir sigue diciendo: “ Sólo la vuelta del Mesías hará cesar sus querellas; pero no los reunirá sólo por la palabra, aunque resucite a los muertos y cure ciegos y leprosos. No los reunirá más que por la espada y la lucha a muerte”. Tratándose del Mesías, esta advertencia encierra una alusión a la guerra santa (jihâd), Sin embargo, incluso así, se trata ante todo de la “gran” guerra santa, es decir de la guerra santa interior simbolizada por la espada, que consiste en proclamar la función cíclica de la Forma muhammadiana cuando los privilegios que comporta son ignorados o combatidos por los ignorantes.


(Continuará)

jueves, septiembre 14

DINHEIRO

Com Dinheiro pode-se comprar uma casa, mas não um lar.
Com Dinheiro pode-se comprar uma cama, mas não o sono
Com Dinheiro pode-se comprar um relógio, mas não o
tempo.
Com Dinheiro pode-se comprar um livro, mas não o
conhecimento.
Com Dinheiro pode-se comprar comida, mas não o apetite.
Com Dinheiro pode-se comprar posição, mas não respeito.
Com Dinheiro pode-se comprar sangue, mas não a vida.
Com Dinheiro pode-se comprar remédios, mas não a saúde.
Com Dinheiro pode-se comprar sexo, mas não o amor.
Com Dinheiro pode-se comprar pessoas, mas não amigos.

jueves, agosto 10

ORDO AB CHAO (2ª entrega)

II

LA ENSEÑANZA MASÓNICA SEGÚN EL TASAWWUF





Para mayor claridad empezaremos mostrando como son enunciadas en el tasawwuf la verdades principiales sobre las que reposa la organización masónica. La referencia más inteligible nos parece ser el capítulo del Livre des Chatons, que trata de “una Sabiduría del alma en un Verbo de Yûnus (Jonás)” . Es la única parte de la obra en la que se trata del “arte de construir”, citado en relación a la construcción del Templo que devendrá el de Salomón: « David quiso construir el Templo de Jerusalén (al-bayt al-muqaddas), e inició su construcción en repetidas ocasiones, pero cada vez que estaba a punto de acabarse se venía abajo. Se lamentó ante Allah, quien le respondió: “Esta Casa que es la Mía no será construida por alguien que haya derramado sangre”. David dijo entonces: “¡Oh Señor! ¿Acaso no lo he hecho por Ti?. (Allah) respondió:”cierto, pero (los que has matado), ¿no eran Mis servidores?”. (David) replicó: “¡Oh Señor!, haz que sea construida por alguien de mi descendencia”. Allah le reveló, por inspiración: “Es tu hijo Salomón quien la construirá”. La finalidad de esta historia es mostrar los cuidados que hay que tener por la constitución humana; es preferible mantener su existencia antes que destruirla ».
Este texto reviste una particular significación, tanto para la Francmasonería como para el cristianismo: los Evangelios considerar el ser crístico, que es el símbolo de la constitución humana, como un Templo. Por otra parte, establecen un paralelo entre la estancia de Jonás en el vientre de la ballena, y los “tres días y tres noches” en los que el Hijo del hombre estuvo “en el seno de la tierra”, antes de su Resurrección. Al igual que, como recuerda Ibn Arabî al principio del capítulo, el hombre esta compuesto de espíritu, alma, y cuerpo, el Templo de Salomón comprende también tres partes: el Santo de los Santos, el Santo y el Umbral, que corresponden a aquellos tres elementos. En cualquier caso hay que destacar la indicación dada por el título del capítulo, donde la Sabiduría de Jonás es calificada de nafsiyya, en referencia al primer versículo de la sura “Las Mujeres”: «¡Oh hombres!, tened piadoso temor de vuestro Señor que os a creado a partir de un alma (nafs) única, y que de ella creó su esposa, y que a partir de esta pareja ha creado una multitud de hombres y de mujeres » (Cor., 4, 1). El “alma única” es una designación de Adán, considerado no como la manifestación primordial del Hombre Universal, sino en su función cíclica de “padre de los hombres” . La Sabiduría de Jonas se reporta al hombre como tal considerado en su especificidad, o lo que es lo mismo, a la “humanidad integral” tal como la definió René Guénon en su estudio sobre el Gran Arquitecto del Universo: « La Francmasonería en el sentido universal se identifica a la Humanidad integral considerada en la culminación (ideal) de la Gran Obra constructiva» . La adecuación con la perspectiva masónica se hace más evidente si precisamos el sentido de “nafsiyya” a la luz de un episodio de la vida del Profeta al que ya nos hemos referido . El Profeta se levantó al ver pasar el cortejo fúnebre de un judío. Sus allegados le dijeron: “¡Pero si se trata del cortejo de un judío!”. El Profeta respondió: “¿No era acaso un hombre?”, utilizando para designar a éste el término nafs: “A laysa nafsan”. El difunto es honorado aquí en su calidad específica de hombre en el sentido de “hijo de Adán”, es decir con independencia de los actos buenos o malos que haya podido cometer , e incluso con independencia de la religión que practique . Es el hombre considerado en la eminencia y la pureza original de su naturaleza primordial, esa “fitra” que el esoterismo islámico relaciona tipológicamente con Abraham. Es con este punto de vista con el que se relaciona la doctrina de “la equivalencia principial de las almas”. Ibn Arabî cita al respecto el dicho de un “hombre de bien” recogido por Qushayrî en su Rízala: « El que piensa que su alma es mejor que la del Faraón no posee el Conocimiento » . Todo ello nos permite ver como la perspectiva esotérica de la Francamasonería se comprende y se integra en el seno del tasawwuf.


(Continuará...)

viernes, junio 9

SÍMBOLO, MITO Y DOGMA

(…) El símbolo supone la existencia de dos mundos, de dos órdenes del ser, y no podría existir si sólo hubiera uno. El símbolo nos enseña que el sentido de un mundo reside en el otro, y que ese sentido nos es indicado por este último (…) El símbolo constituye el puente que une dos mundos. El ser no está aislado; el símbolo evoca en nosotros no solamente la existencia de dos mundos, sino también la posibilidad de una alianza entre ambos; nos demuestra que no están definitivamente escindidos. Los delimita al propio tiempo que los une (…)

Nuestro mundo natural empírico no posee en sí mismo ni significado ni orientación; adquiere estas cualidades en la medida en que es símbolo del mundo del espíritu (…)

En el mundo y en la vida de la naturaleza, que son un mundo y una vida cerrados, todo es accidental, sin coherencia, privado de significado. El hombre, en tanto que ser natural, está desprovisto de sentido y de profundidad, y su vida natural está privada de unidad significativa (…) Una conciencia orientada exclusivamente hacia el mundo natural concentrado en sí mismo, está marcada por la ineptitud y por el carácter accidental e insignificante del ser (…)
Pero el hombre, en tanto que imagen del ser divino, es decir, en tanto que símbolo de la divinidad, tiene un significado preciso y un sentido absoluto. La conciencia orientada hacia el mundo divino descubre por todas partes un encadenamiento interior y un significado (…)
(…)
La experiencia espiritual, sobre la cual reposa el simbolismo realista, está más allá de la oposición entre sujeto y objeto, de su concepción substancialista. La vida espiritual no es más subjetiva que objetiva (…) Aquello que llamamos realidades objetivas no son más que realidades de orden secundario y no de orden principal. Son realidades simbólicas y no realidades en sí mismas. Pero las realidades subjetivas, las de la vida afectiva, las del sujeto y su mundo subjetivo, no son más primordiales que las primeras, sino que son también secundarias, también simbólicas.
(…)
**********
Hay dos concepciones del mundo que marcan con su huella las formas de la conciencia religiosa. Una de ellas ve por todas partes realidades en sí mismas, introduce íntegramente lo infinito en lo finito, el espíritu en la carne de este mundo natural (…) Santifica de manera absoluta la “carne” histórica. Los usos y costumbres nacionales, las formas de la monarquía, las de la autoridad eclesiástica, adquieren un significado sagrado, absoluto e inmutable; lo divino queda sometido a ellas (…) En ese terreno nacen el materialismo y el positivismo antirreligioso y ateo. El espíritu se aleja y desaparece; sólo la carne permanece (…)

(…) El espíritu es infinito, sopla donde quiere. Transforma su simbolismo en conformidad con el dinamismo de la vida espiritual. Es dinámico por naturaleza, no puede tolerar la sujeción estática. El espíritu no puede ser encarcelado en las costumbres y las tradiciones (…) La carne del mundo puede envejecer y corromperse; el espíritu puede separarse de ella. Por ello la extinción del espíritu, el pecado contra el Espíritu Santo, se manifiesta por el deseo de salvaguardar a cualquier precio esa carne descompuesta, a la cual el espíritu estaba sujeto (…)
Pero existe otra concepción del mundo que expresa la naturaleza dinámica del espíritu. Es la que entrevé por todas partes los signos y los símbolos de otro mundo, la que percibe lo divino como misterio e infinito más allá de todo cuanto es finito y transitorio. Nada que sea relativo y pasajero es considerado por ella como absoluto y permanente (…)
(…)
La encarnación de Dios en el mundo, la venida del Hijo de Dios en la carne de este mundo, demuestra la posibilidad de obertura de la carne y no su carácter cerrado, es decir, la infiltración de lo infinito en lo finito (…) La venida de Cristo en la generación de Adán es la kenosis, la humillación, el rebajamiento de Dios, que se cumple con el fin de liberar esta carne de su pesadez y sujeción, con el fin de iluminarla y transfigurarla, y no con vistas a afianzarla o santificarla de una manera absoluta (…) El materialismo religioso que confiere un valor absoluto a la carne del mundo es una deformación del misterio de la encarnación divina, una negación de su carácter simbólico (…)
(…) El endurecimiento de la carne del mundo no es más que el signo de las caídas que han tenido lugar en el mundo espiritual. Pero la iluminación de la carne, manifestada por la vida terrestre del Hijo de Dios, es también el indicio de una ascensión realizada en el mundo espiritual (…)

(…) El orden natural no es eterno ni inmutable, no expresa más que un momento simbólico de la vida del espíritu. Por consiguiente, pueden nacer fuerzas de la profundidad del espíritu capaces de transfigurarlo y liberarlo del poder que lo esclaviza.
(…)
**********
No se puede percibir a Dios más que simbólicamente; sólo con ayuda del símbolo puede penetrarse su misterio. La divinidad no puede ser determinada racionalmente; permanece inaccesible a todo concepto lógico (…) Más allá de la idea religiosa de Dios se encuentra siempre el abismo, la profundidad de lo irracional y de lo supra-racional (…) La lógica no es el Logos; entre ellos se abre un abismo infranqueable, una solución de continuidad (…)
(…)
El simbolismo se justifica por el hecho de que Dios es al mismo tiempo cognoscible e incognoscible. La divinidad es el objeto de un conocimiento infinito e inagotable, eternamente misterioso en su profundidad. Por ello este conocimiento es un proceso dinámico que no encuentra su término en ninguna categoría fija y estática de la ontología. Los límites establecidos por el agnosticismo no existen. La gnosis que busca siempre más lejos y más profundamente es efectivamente posible, pues el conocimiento de Dios es un movimiento infinito del espíritu. Pero el Misterio subsiste siempre, no puede ser agotado. Esta verdad se expresa a través del símbolo, escapa a toda comprensión del entendimiento que limita siempre, exigiendo un término más allá del cual no exista ya el misterio (…)
Es imposible elaborar un concepto positivo del ser absoluto, pues, en lo que le concierne, todos los conceptos positivos son desgarrados por contradicciones inconciliables. No se puede pensar en la vida interior de la divinidad por analogía con los afectos humanos. Los atributos de Dios, de los que nos habla la teología catafática, son lógicamente contradictorios y dan lugar a objeciones de la razón. El concepto, por su incapacidad de conocer a Dios, se transforma inevitablemente en ateísmo si se niega la existencia de otras vías de conocimiento (…) La teología religiosa de escuela se muestra impotente ante las objeciones de la razón (…)
(…)
El conocimiento tiene una importancia considerable en la vida espiritual, un valor de iluminación. Debemos amar a Dios con toda nuestra inteligencia, y este conocimiento debe ser libre, no se le pueden poner límites desde fuera. El conocimiento debe poder desarrollarse hasta el infinito, tanto en la ciencia positiva como en la gnosis religiosa y filosófica.

(…) El ser divino no es el ser según la concepción del mundo natural, en el que todo es positiva y limitativamente determinable. El ser divino es una realidad de otro orden, y si el mundo natural es el ser, entonces Dios es el no-ser, la vacuidad, superior al ser, el “sobre-ser” (…)
(…)
**********
El fundamento del conocimiento místico y simbólico no es una proposición filosófica, sino una representación mitológica. El concepto engendra la proposición filosófica; el símbolo produce la representación mitológica (…)

(…) La metafísica pura, abstracta, totalmente liberada de toda mitología, constituye la muerte del conocimiento vivo, la separación del ser (…)

(…) El mito es siempre concreto y expresa mejor la vida que el pensamiento abstracto. Su naturaleza está ligada a la naturaleza del símbolo. El mito es un relato concreto, grabado en el lenguaje, en la memoria y en la creación populares, en el que se expresan los acontecimientos y los fenómenos originales de la vida espiritual, simbolizados en el mundo natural. La realidad original preexiste en el mundo espiritual a una profundidad misteriosa. Pero los símbolos, los signos, las imágenes y los reflejos de esta realidad primitiva nos vienen dados en este mundo natural. El mito nos presenta lo sobrenatural en lo natural, lo supra-sensible en lo sensible, la vida espiritual en la vida de la carne; une simbólicamente ambos mundos.
(…)
(…) El cristianismo es enteramente mitológico, como toda religión, y los mitos cristianos expresan las realidades más profundas y centrales del mundo espiritual. Es hora de no avergonzarse de una mitología cristiana, de no pretender liberar al cristianismo del mito (…) Pero es necesario comprender espiritualmente el sentido interior del mito y del símbolo, a fin de liberarse de su poder realista e ingenuo que engendra la superstición y la esclavitud del espíritu (…)
(…)
La filosofía pura liberada del mito y de la experiencia religiosa, así como la teología que procede por conceptos, no pueden conocer a Dios. Toda tentativa de conocimiento racional de la divinidad corre el riesgo de caer en el monismo o en el dualismo abstractos. Toda concepción de la naturaleza divina que no sea contradictoria y paradójica, está desesperadamente alejada de los misterios de la vida divina (…) Pero la razón posee la fuerza de percibir la paradoja y la antinomia que representa para ella el ser divino. Puede admitir la existencia de un supra-racional. Tal es el sentido de la doctrina de Nicolás de Cusa sobre la docta ignorancia.
(…)
(…) El carácter trinitario de Dios, la realidad divino-humana de Cristo, son los datos iniciales de la vida espiritual. Estas realidades se desvelan cuando la conciencia da la espalda al mundo natural para orientarse hacia otro mundo, cuando nuestro pensamiento, adaptándose a los cambios producidos en esta conciencia, cesa de estar oprimido por el concepto. Entonces se revela la vida (…)

(…) La docta ignorantia, según la doctrina genial de Nicolás de Cusa, es el conocimiento a través del desconocimiento. Existe la posibilidad de conocer a través de la paradoja y la antinomia (…) El reconocimiento de los límites de la razón supone incrementar su agudeza y su intensidad. La razón iluminada, inmersa en el espíritu, alcanza un grado supremo y no una aniquilación.
(…)


De ESPRIT ET LIBERTÉ
NICOLAS BERDIAEV
ED. DESCLÉE DE BROUWER
(Traducción de P. Abelló)

jueves, mayo 18

ORDO AB CHAO (1º entrega)

Charles-André Gilis






ORDO AB CHAO

La Francmasonería a la luz del Profeta







NOTA LIMINAR




En los textos que hemos publicado sobre la “Santa Égida” hemos mostrado que la leyenda de Saint Gilles contenía, según la expresión utilizada por Denys Roman, “una transmisión capital para la Orden masónica” en relación con “los misterios del «Santo Imperio». Esta transmisión se apoyaba en el simbolismo del “Escudo Protector”, ligado a las tradiciones hermética y pitagórica. Tras las críticas que se nos han dirigido, hemos subrayado que Saint Gilles no había sido más que una manifestación entre otras de la función polar representada por este arma providencial, y a indicar que la “serpiente primordial” estaba constantemente asociado con ella. En estas condiciones, nos parece significativo que entre las “insignias” distintivas de los Soberanos Grandes Inspectores Generales (grado 33 de la Masonería escocesa), figura, en la “Gran condecoración de la Orden”, un escudo alrededor del cual, según la descripción de M. Jean-Pierre Bayard, “hay una banderola azul que lleva, en letras de oro, la inscripción latina ORDO AB CHAO. Dicha banderola está contenida dentro de un doble círculo formado por dos serpientes de oro, cada una de las cuales tiene su cola entre los dientes”. Estas indicaciones sugieren un complementarismo entre la función de Saint Gilles, establecer un orden tradicional en Occidente, y la significación eminente que la divisa masónica confiere a este grado. Es por ello que la hemos adoptado como título de este estudio, que se propone examinar como la Orden masónica es vista por el esoterismo islámico.


I

ACTUALIDAD DE LA FRANCMASONERÍA



La Francmasonería es una organización iniciática que procede de la Sabiduría divina (hikma), No tiene origen histórico conocido, y vehicula una influencia espiritual que remonta al origen de los tiempos. Ligada, bajo su forma operativa, al ejercicio de un oficio, ha subsistido hasta nuestros días bajo una modalidad especulativa que se impuso a partir del siglo XVIII. A pesar de esta aminoración, sigue dispensando una vinculación regular con el orden esotérico, y, en la medida que ha permanecido auténticamente tradicional, no ha dejado de ejercer en Occidente una función intelectual de un tipo que el tasawwuf califica de “sapiencial”.
Michel Vâlsan, comentando el rito de apertura del Supremo Consejo de la Masonería escocesa, que considera su misión el “discutir y promulgar las leyes”, situaba a ésta en el marco general del la civilización cristiana y de “la organización tradicional del mundo occidental”; a partir de ahí, definía la Masonería en estos términos:
«Lo que dice el citado ritual masónico no puede relacionarse regularmente más que a la función del Santo Imperio. Además, a continuación el texto precisa que el deber de los miembros es “defender los inmortales principios de la Orden y propagarlos sin cesar por toda la superficie del Globo ”. La Masonería moderna ha asumido pues, al mismo tiempo que los vestigios de una jerarquía esotérica, el papel de legislador del mundo, y sabemos con que resultado.» .
Notemos que, por una parte, la Francmasonería está considerada aquí desde el punto de vista de las funciones tradicionales, y no del de la realización iniciática como hace habitualmente René Guénon; por otra parte, que se trata de la Masonería moderna, y por tanto “especulativa”, tal como existe hoy en día. Lo que habla de la importancia que sigue revistiendo esta organización iniciática a pesar de sus debilidades y de la traición de una parte de sus miembros.

Esta importancia adquiere un relieve particular a la luz de la tarea de restablecimiento tradicional emprendida por René Guénon, pues la Francmasonería ha sido un punto de apoyo privilegiado para esta manifestación providencial. El Islam, considerado en su función escatológica, estaba directamente concernido en este restablecimiento, del que era inspiración, y del que, en nuestra opinión, es su culminación. En efecto, constatamos un constante interés por la Masonería en los eminentes representantes de la doctrina akbariana que, desde hace un siglo y medio, se han preocupado por la suerte de Occidente. En primer lugar, el emir Abd al-Quadir el Argelino, que reúne en su persona excepcionales calificaciones; fue uno de los principales intérpretes contemporáneos de la obra de Ibn Arabî, y aparece como un verdadero precursor de la de René Guénon. Sobre la función que asumió respecto de Occidente, recordemos que “su derrota y exilio en Francia fueron para él la ocasión providencial de hacer presente y sensible una cierta Baraka o Bendición islámica en un país que había perdido el recuerdo de lo que una tal “influencia espiritual” podía representar. Unos años más tarde era René Guénon quien asumía su función propia, que tendría la importancia que sabemos desde la perspectiva del restablecimiento tradicional en Occidente” . Desde este punto de vista, es digno de atención que el emir solicitara su admisión en la Francmasonería. Fue iniciado en 1864 en Alejandría por la Logia “Las Pirámides de Egipto”, dependiente de la Logia Henri IV, de París.

A continuación, el relevo fue tomado por el cheik egipció Elîsh al-Kabîr, a quien René Guénon dedicaría El Simbolismo de la Cruz. Al igual que Abd al-Qâdir, este maestro era un gran akbariano; Michel Vâlsan describe su papel en estos términos: «En lo que interesa a Occidente, el Cheik Elîsh parece haber tenido también cierto conocimiento de la situación de la Masonería y de su simbolismo iniciático. Es así que René Guénon nos escribió en una ocasión que el Cheik Elîsh “explicaba la correspondencia de las letras del nombre de Allah, por sus formas respectivas , con la regla, el compás, la escuadra, y el triángulo”.» . Inspirada por el Cheik Elîsh se creó una sociedad que tomó el nombre de “Akbariya”. Se proponía “reunir los amigos y discípulos del Gran Maestro para formar así, si no una relación de fraternidad, sí al menos un acercamiento basado en la solidaridad intelectual entre las dos élites de Oriente y Occidente”. Michel Vâlsan tenía pues fundamento para deducir que este proyecto contenía los términos de una “concordancia doctrinal entre el Islam, por un lado, y el Cristianismo y la Masonería por otro” .
Naturalmente hay que citar además a René Guénon, que fue admitido en 1911 en la Logia “Thébah”. Pese a que puso fin rápidamente a sus actividades masónicas (como más tarde en 1917), desarrolló hasta su muerte una tarea doctrinal sin posible parangón sobre la Orden, sus rituales y su simbolismo. Sería quizá excesivo afirmar que haya animado a sus interlocutores en búsqueda de vinculación iniciática a entrar en la Francmasonería. Pero en cambio no hay duda de que animó a los Francmasones que le seguían en todas las tentativas de operar una recuperación tradicional dentro de la organización a la que pertenecían; no les incitó a orientarse en otra dirección.
Finalmente, hay que mencionar a Michel Vàlsan, de quien a menudo se olvida que fue toda su vida el defensor más ardiente, riguroso, y competente de la obra guenoniana. Aquí también, una fidelidad sin reserva a la doctrina akbariana se ve acompañada de un atento interés por la Orden masónica. Su texto inacabado sobre los Altos Grados del Escocismo sigue siendo el estudio más importante sobre la cuestión tras la desaparición de René Guénon. Hecho tanto más destacable cuanto que nuestro llorado maestro no era masón. Y no sólo eso sino que no aceptaba discípulos masones si no renunciaban a toda actividad dentro de la Orden.

Estos cuatro maestros pueden ser considerados, en uno u otro grado, los representantes de la enseñanza y de la influencia espiritual (baraka) del Cheik al-Akbar. De la misma forma, el aporte doctrinal sin precedente que la Francmasonería recibió gracias a ellos, y del que luego se benefició, fue la ocasión de una renovación en el campo de la Ciencia Sagrada, de la que no tomó la iniciativa, y de la que no era la fuente. Esta situación contingente refleja una diferencia fundamental en el orden principial: la revelación muhammadiana expresada por el Cheik al-Akbar contiene la ciencia esotérica total, que es el único fundamento de la sabiduría y de la luz de la que la Masonería es depositaria. Esta falta de reciprocidad implica una jerarquía, cuya existencia y realidad efectiva es difícilmente admitida por la mayoría de francmasones. Jerarquía que está en el origen de graves malentendidos, y que explica porque la relaciones entre masones “guenonianos” y los que, pertenecientes al esoterismo islámico, representaban el verdadero “Oriente” en el seno del mundo occidental, han sido a menudo difíciles. Establecidas hace más de medio siglo, tienen hoy una historia que no podemos tratar aquí en detalle, ya que habría que dedicar a ello varios volúmenes. Pondremos tan solo de relieve el origen y la significación de estos malentendidos y de las dificultades que han podido surgir, poniéndolos en relación con la obra de los maestros que hemos citado; a continuación, haremos balance del estado actual de estas relaciones, antes de abordar la cuestión esencial: cómo hay que considerar la Francmasonería a la luz de la doctrina akbariana, tal como la hemos explicitado en L’Esprit universel de l’Islam, y en Les sept Étendards du Califat.



(Continuará...)

miércoles, marzo 29

Retorno

Después de un largo período, de grandes convulsiones personales y profesionales, contingencias al fin, me reencuentro con vosotros en este rincón de reflexión y trabajo espiritual.
Bienhallados, QUERIDOS HERMANOS!